Un reciente artículo de Ashish Nanda y de Das Narayandas, publicado en HBR, pone sobre la mesa un tema esencial y que puede estar pasando desapercibido en la convulsa situación actual. Los autores afirman que, durante las épocas de desaceleración económica, las firmas profesionales están en alto riesgo de aceptar asuntos y/o clientes sin pensar en si pueden dañar a su negocio en el largo plazo por no estar alineados con la estrategia.
No es tarea fácil para los responsables de las firmas encontrar el equilibrio entre la supervivencia a corto plazo y las decisiones que permiten afrontar un medio y largo plazo con solvencia y coherencia. Al hilo de esto, nos permitimos refrescar cuestiones vinculadas a las estrategias de negocio de los estudios de abogados que, justo en las situaciones delicadas, es cuando se ponen a prueba.
Para definir una estrategia de negocio hay que analizar a una firma en sus dimensiones interna y externa, pasada, presente y futura para ofrecer una estrategia de servicios, de posicionamiento, de diferenciación y de clientes que permita clarificar un camino competitivo y rentable a medio y largo plazo. Es el 100% de los socios quienes debieran participar en este proceso, porque permite haber tenido antes los conflictos y disensiones y poder remar todos juntos frente a las dificultades que traiga el futuro.
El papel aguanta mucho y lo importante es que, una vez definidas las estrategias, hay que estar alineados y ser disciplinados para contar con los recursos adecuados - económicos, personal, tiempo - para llevarlas a cabo. Hay que preguntarse cuáles son las experiencias de éxito que han tenido y poder replicarlas. Siempre guiándose por la visión que tienen los socios del negocio, visión que tiene que ser compartida para evitar que en momentos de dificultad o de cambios, cada uno tire para su lado. Los valores y la misión de la firma juegan también un rol fundamental en esta alineación.
Al igual que la variabilidad genética está detrás de la supervivencia y la evolución de las especies, contar con profesionales diversos – generaciones, habilidades, razas, edades, género – ayudará a contar con información más variada para tomar mejores decisiones. Es importante que la firma se responsabilice con esta política y cree un comité especial de D&I liderado por una persona que, ojalá, sea un ejemplo a seguir en este ámbito. Recomendamos ser inclusivos en el estilo de liderazgo, en las comunicaciones (lenguaje verbal y no verbal) y en los valores e imagen corporativa de la firma. Así, será más fácil liderar el cambio hacia un entorno más diverso e inclusivo.
El gran activo de las firmas de abogados son sus profesionales, y Marketing y BD no pueden trabajar al margen de las decisiones de recursos humanos. Deben participar en la contratación y desarrollo, la retención, la recolocación cuando se quieren ir, y estar al tanto de las novedades y las enseñanzas que la psicología del bienestar puede aportar al negocio, como son la auto-conciencia, la expresión emocional, la autorregulación, la empatía y las habilidades sociales y automotivación.
El juego se ha complicado y hasta ahora servía improvisar o gestionar la inercia. Las firmas con mejores resultados tienen un enfoque claro y sus clientes saben qué servicios ofrecen, sus socios saben qué palancas de rendimiento deben accionar, y sus abogados qué tipo de trabajo harán. Un perfil difuso diluye la identidad de un despacho de abogados y lo convierte en una experto en todo y un maestro en nada.