Gestión de contratos: etapas, riesgos y errores más comunes

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    La gestión de contratos es uno de los procesos más críticos dentro de cualquier organización, pero también uno de los más subestimados. Aunque a simple vista parece un flujo administrativo centrado en redactar, revisar y firmar documentos, en la práctica define la forma en que una empresa asume obligaciones, gestiona riesgos, controla costos, se relaciona con proveedores y da cumplimiento a compromisos comerciales.

    En América Latina, donde las empresas operan con múltiples áreas involucradas, proveedores diversos, ciclos de aprobación lentos y regulaciones cambiantes, una mala gestión de contratos puede transformarse en un problema interno difícil de contener.

    El error no siempre está en la redacción misma, sino en la falta de procesos claros, la ausencia de trazabilidad o el exceso de herramientas manuales que dificultan tener una visión completa del ciclo contractual.

    Para entender por qué este proceso es tan relevante hoy, primero es necesario mirar sus etapas y los riesgos asociados a cada una.

    Las etapas del ciclo contractual y dónde aparecen los riesgos

    Aunque cada organización tiene flujos distintos, el ciclo contractual moderno suele tener seis grandes etapas: creación, redacción, revisión, aprobación, firma y post-firma. En cada una de ellas pueden aparecer riesgos que impactan directo en tiempos, costos y cumplimiento.

    1. Creación: el origen del desorden

    El riesgo más común en esta etapa es que los contratos nazcan desde canales informales: solicitudes por correo, versiones copiadas de documentos antiguos, redacciones hechas por áreas no jurídicas o uso de plantillas desactualizadas. Esto provoca inconsistencias y cláusulas contradictorias que escalan en las etapas siguientes.

    2. Redacción: versiones múltiples sin control

    Aquí es donde comienzan los primeros dolores transversales en LATAM: múltiples versiones guardadas en carpetas, envíos por correo con nombres como “final_final_v3”, y ausencia de un control de cambios claro. El riesgo recae en perder trazabilidad, incorporar errores, o incluso negociar con la versión equivocada.

    3. Revisión: cuellos de botella silenciosos

    La revisión legal puede demorar días o semanas cuando no existe un flujo claro. Además, cuando participan varias áreas, como legal, compras, operaciones, finanzas,  el riesgo aumenta porque cada una trabaja con su propio archivo o feedback, sin una vista unificada.

    4. Aprobación: decisiones lentas y sin registro

    Las aprobaciones por correo o chat, además de ser lentas, no dejan evidencia formal para auditorías o disputas posteriores.  El riesgo más frecuente es no saber quién aprobó qué, cuándo lo hizo, o bajo qué criterio.

    5. Firma: el punto donde más se pierde tiempo

    En empresas de la región aún es habitual imprimir, firmar a mano, escanear o depender de firmas que tardan semanas en concretarse. Aquí los riesgos son las demoras comerciales, pérdida de oportunidades y exposición regulatoria por falta de firmas válidas.

    6. Post-firma: el área donde se pierden más contratos

    Es la etapa más olvidada y riesgosa. Vencimientos, renovaciones automáticas, cláusulas que exigen reportes, obligaciones de servicio y penalidades suelen pasar desapercibidas cuando no existe un sistema centralizado. Esto impacta directo en ingresos, cumplimiento y continuidad operacional.

     Impacto real de una mala gestión de contratos

    Cuando los contratos se gestionan de forma deficiente, con desorden, sin trazabilidad, con versiones dispersas, aprobaciones atrasadas o archivos olvidados, el costo para las empresas puede ser mucho más alto de lo que se percibe en el día a día. Las pérdidas no suelen aparecer como un monto explícito, sino que se van diluyendo en renovaciones que nadie monitoreó, cláusulas que no se cumplieron a tiempo, aprobaciones que quedaron estancadas o documentos que avanzaron sin una versión definitiva clara. En organizaciones que manejan cientos o miles de acuerdos activos, estos pequeños vacíos de control se acumulan hasta traducirse en demoras operativas, oportunidades comerciales perdidas y mayores costos internos para reconstruir información o corregir errores que pudieron evitarse.

    En esa misma línea, lo que antes se asumía como un proceso administrativo básico, crear, revisar, firmar y archivar,  hoy tiene un efecto directo en la estabilidad financiera y operativa de la empresa. Una gestión contractual desordenada dificulta responder con rapidez al negocio, aumenta la exposición a riesgos legales y reputacionales, y debilita la capacidad de demostrar cumplimiento frente a auditorías o clientes. Por eso, fortalecer este proceso no es solo una buena práctica: es una condición necesaria para operar con seguridad, eficiencia y previsibilidad en un entorno cada vez más exigente.

    Cómo se descompone el riesgo: etapas críticas en la gestión de contratos

    El riesgo contractual puede aparecer en cualquier punto del ciclo, especialmente cuando los procesos dependen de correos, planillas o aprobaciones informales. Entre las etapas más sensibles destacan:

    • Creación/redacción: cláusulas incompletas, datos inconsistentes o versiones no controladas.

    • Revisión/aprobación: múltiples documentos circulando en paralelo, aprobaciones lentas o no trazables.

    • Firma: demoras por procesos manuales, firmas extraviadas o falta de evidencia.

    • Ejecución y seguimiento: obligaciones sin monitoreo, plazos olvidados y entregables no verificados.

    • Renovaciones/vencimientos: fechas críticas que se pasan por alto, generando renovaciones automáticas o penalidades.

    • Archivo/auditoría: documentos dispersos, sin historial de cambios ni registro confiable para fiscalización.

    La suma de estas etapas, y de los riesgos que pueden aparecer en cada una,  muestra que la gestión de contratos no falla por un solo punto, sino por la acumulación de pequeños vacíos de control que se vuelven visibles demasiado tarde. Por eso, más que mirar cada fase de forma aislada, las empresas necesitan entender el ciclo contractual como un sistema completo, uno donde la claridad, la trazabilidad y el orden son los únicos elementos capaces de evitar que esos errores se conviertan en pérdidas, fricciones o incumplimientos mayores.

    Conclusión

    Fortalecer la gestión de contratos no es únicamente una forma de evitar errores, es una manera de devolverle a la empresa control, previsibilidad y orden en un entorno donde las obligaciones, legales, comerciales y operativas, se vuelven cada vez más exigentes. Conocer las etapas críticas, entender dónde se generan los riesgos y establecer prácticas claras permite anticiparse a problemas antes de que escalen, incluso sin depender de tecnología avanzada.

    En un mercado latinoamericano dinámico y competitivo, donde las empresas operan con múltiples actores, crecientes volúmenes contractuales y un marco regulatorio cambiante, gestionar bien los contratos se convierte en una ventaja operativa real. Las organizaciones que logran orden, trazabilidad y disciplina contractual no solo reducen riesgos, construyen una base más sólida para crecer, negociar mejor y tomar decisiones con información confiable y actualizada.

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