¿A quién le importa el Derecho de Familia?

La respuesta es simple y clara: a todos debería importarles. La jurisdicción de familia es probablemente aquella de naturaleza más transversal, en aquella en que muy probablemente todo ciudadano -en alguna instancia de su vida- deberá tomar contacto y relacionarse con ella: adopciones, alimentos, cuidado personal, divorcio, violencia doméstica, autorización para enajenar bienes, menores de edad vulnerados, cuidado de adultos mayores, etc.

Sin embargo, no hay duda de que esta judicatura que antes era denominada “de menores” ha sido bastante relegada a un segundo plano por décadas.

La evolución de la sociedad

Antes de la creación de los tribunales de familia y la dictación de la Ley de Matrimonio Civil, no cabe duda de que era una especialidad bastante menospreciada y de escaso desarrollo doctrinario. Cualquier abogado litigaba en menores sin mucho temor a equivocarse.

Sin embargo, la evolución de la sociedad toda, la globalización -y lo que ello acarrea también en las relaciones personales-, sumado al hecho de que en los tribunales de familia es donde la litigación se desarrolla con la mayor intensidad, han ido cambiando esta visión hacia los abogados especialistas en derecho de familia.

En otras jurisdicciones más evolucionadas, ya ni siquiera se habla de especialista en derecho de familia a secas. Sino que existen áreas de sub-especialidad: derecho familiar patrimonial, especialidad en infancia, acuerdos pre y post nupciales, sustracciones internacionales, etc.

Y existe un área extremadamente interesante y que es donde todos los abogados y los agentes económicos deberían poner gran atención. Se trata del derecho de familia preventivo.

Cuando las personas atraviesan crisis familiares y/o matrimoniales, no solo hay una afectación emocional y económica para quien es parte del conflicto. Sino, que como onda expansiva, ese conflicto se irradia a los compañeros de trabajo, al empleador, al colegio al que asisten los hijos, aumentan las patologías de salud física y mental, al estado frente a una serie de requerimientos de toda índole, etc.

Por eso, economías más desarrolladas están poniendo sus esfuerzos en precaver los conflictos familiares, generando herramientas que directa e indirectamente sirvan para paliar la intensidad de esos conflictos.

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¿Cuál es el llamado?

El cometido primordial y urgente en Chile es crear un sistema proteccional adecuado para la infancia. Con alta calidad de defensa y tiempos de respuesta adecuados, que impidan que esos niños actualmente vulnerados, frente a una respuesta nula o de mala calidad de parte del Estado, pasen de la judicatura de familia a la penal.

Y para aquellos que la respuesta de que es necesaria esta reforma por la sola necesidad de cumplir con las convenciones internacionales en esta materia y el deber de amparo que como sociedad le debemos a nuestros niños, niñas y adolescentes, agrego una razón de índole práctica y económica; el gasto que implica para la sociedad toda tener un grupo de niños que no son visibilizados adecuadamente por la sociedad, nos conduce a un aumento de criminalidad y a estallidos sociales como el que estamos viviendo actualmente. Sacando cálculos matemáticos, resolver el problema de la infancia vulnerada también es un muy buen negocio.

Por otra parte, resulta imperiosa la educación y prevención en materia de conflictos matrimoniales, en que las nuevas parejas con responsabilidad puedan decidir el tipo de familia que pretenden construir y en la conformación del proyecto tomen decisiones respecto a los resguardos económicos que dejen a todos los miembros de la familia suficientemente protegidos en caso de ruptura.

Nuestro país necesita urgentemente regular eficientemente los acuerdos pre nupciales, que son una herramienta de alta efectividad. Y no solo frente al quiebre, sino que en la manera de administrar los bienes durante la vigencia del matrimonio.

Finalmente, Chile se jacta de ser un país inmerso completamente en un mundo globalizado, y esa característica nos impone capacitarnos en derecho internacional de familia. El movimiento de familias y matrimonios por distintos países del mundo implican que los abogados estemos capacitados para aconsejar a nuestros clientes respecto de sus contingencias personales y patrimoniales en esas jurisdicciones extranjeras, que muchas veces tienen regulaciones muy disímiles a las nuestras.

El futuro de la especialidad

Los centros de estudio y las generaciones jóvenes de abogados parecen haber comprendido la evolución de esta especialidad y la imperiosa necesidad de mayor y mejor capacitación. Las universidades cada vez tienen más post grados en materias de derecho de familia, y muchos más estudiantes interesados en ellos.

Un buen abogado de familia es particularmente completo desde el punto de vista profesional. Además de derecho familiar debe saber derecho comercial, tributario, laboral, de seguridad social,  manejarse con otras disciplinas de las ciencias sociales, medicina forense y, sin lugar a dudas, avanzadas técnicas de litigación.

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