Al príncipe Harry de Inglaterra no les gustan los medios, y quien tenga mediana idea de cómo es cierta prensa inglesa sensacionalista podrá empatizar totalmente con él.
Hace un tiempo, Harry se casó con Meghan Markle, una actriz norteamericana que tenía un papel protagónico en Suits, serie de televisión sobre el día a día de un estudio jurídico. Ella, en cambio, usaba notoriamente la luz del foco mediático, pues le servía a la difusión de su rol. Harry y Meghan no soportaron el rígido protocolo de la casa de Windsor y escaparon de Inglaterra, abandonando su status real. Pero ahora, en la práctica, necesitan de los medios para vender su imagen de ex Royals, la que buscan asociar a documentales y productos audiovisuales.
La relación de desprecio-necesidad del príncipe Harry con los medios tiene símiles con la de numerosos abogados/as latinoamericanos. Estos/as profesionales que suelen ser muy estudiosos/as, analíticos/as, rigurosos/as, críticos/as, capaces de razonar y argumentar, utilizando todas estas habilidades para solucionar complejos problemas de sus clientes. Salvo excepciones, estas características personales suponían antes en Latinoamérica un perfil más bien de escritorio, lejos del mundanal ruido. A lo más, concedemos, salían de este molde litigantes y dedicados/as a asuntos de familia.
“Para qué tanto marketing”
Aunque de todo hay en la viña del Señor —por suerte para nosotras las comunicadoras—, lo cierto es que, en plena revolución audiovisual y de Internet, muchos/as no entienden todavía por qué deberían aparecer en prensa, radio, televisión o en plataformas online y redes sociales. No les gusta, no le ven valor agregado y dicen que les quita tiempo. Quieren que “sus actos o que las transacciones en las que están involucrados/as hablen por ellos/as, y ellos/as quedarse tras el escenario”. Argumentan que sus clientes llegan todos por referencias, entonces, para qué tanto marketing. Aducen que no es bien visto entre los pares. Por último, acuden a los códigos de ética profesional para justificar que los abogados en Chile, Perú, Colombia, etc., no pueden hacer aspaviento en el mercado.
Podemos, por supuesto, respetar profundamente cierta forma de ser introvertida. Al respecto, Susan Cain, autora de The Power of Introverted Lawyers (“El poder de los abogados/as introvertidos/as”) comenta acerca de cómo en este mundo tan competitivo y mediático, los juristas introvertidos no requieren ser infinitamente carismáticos ni tener una personalidad sociable, y, al revés de los prejuicios, pueden ser muy exitosos gracias a talentos naturales como “la escucha activa, su forma creativa de encontrar soluciones y a sus cuidados argumentos escritos”.
Igualmente, podemos entender algunos puntos de vista —válidos— para no querer aparecer en medios: “los temas son técnicos y me descontextualizan en cuñas, se cometen errores”. Todo eso sí sucede a veces en los tiempos de inmediatez mediática actuales. Hoy en día, no obstante, las comunicaciones jurídicas son un hecho de la causa. Hay que considerarlas. El quid del asunto es cómo hacerlas.
Veamos.
No todo es una cuña rápida en prensa, radio o televisión. Se puede mantener —y aumentar—la integridad y prestigio profesionales mediante una columna o una carta en un diario o en un medio online. Puede, igualmente, ayudar a poner en tabla algún asunto que sea de interés para clientes y opinión pública, mientras de paso se visibiliza al/a la autor/a como atento/a a qué sucede en el entorno social, político, económico de una industria, del país, y/o internacionalmente. Por otro lado, la participación en programas específicos de radio o televisión no solo permite cierta profundización que no suele existir en los noticieros o en las alertas de coyuntura, además asegura importante visibilidad para la persona y el estudio jurídico.
Awareness, rankings y comunicaciones legales
Todas estas apariciones retroalimentan, luego, el LinkedIn corporativo e individual, lo que supone aumentar el awareness y la red de contactos de conocidos, clientes, actuales y potenciales. Las menciones en medios, por otra parte, son relevantes para los editores de rankings que, salvo excepciones, están situados a miles de kilómetros de Latinoamérica y deben fiarse de lo que dicen las postulaciones, los referentes y… los archivos de medios.
Una razón clave para aparecer en los medios, es que cada vez más competidores lo hacen. Quién no dé su opinión o difunda “su” relato, le cederá rápidamente el lugar a algún colega.
Hoy, sin embargo, hasta los más recalcitrantes, como Prince Harry y algunos/as de nuestros/as amigos/as abogados/as, se están rindiendo ante las evidencias: la forma de hacer comunicaciones del quehacer de un estudio es tan diversa y cambiante como lo son las plataformas y medios de la época actual. Puede ser más o menos sutil, más o menos audiovisual, más o menos elegante, más o menos sobria.
Elijamos, pues, la manera en que nos acomoda comunicar nuestro trabajo, y demos ese paso, ¡no hay tiempo que perder!
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